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dimecres, 27 de juny del 2018

HAIKU 2


"Abriendo la ventana,
una ventana que está
a reventar de primavera"

Taneda Santôka





“No se hable más,
es preciso vivir
la primavera”

Yosa Buson









Al despertar,
¡qué espléndido color
el de los iris!
Shushiki Ume













La débil planta,
al fin,
tiene una vacilante flor.

Kobayashi Issa




"Todo en calma.
Espontáneamente, el carbón
se hace fuego."

Sôjô


dimarts, 10 d’abril del 2018

UNA HISTORIA DE FIDEOS

Harusame, Kishimen, Sômen, Udon, Soba, Tokoroten, Shirataki, Hiyamugi y Ramen, todos son fideos japoneses, se diferencian por su composición, sabor, calibre, longitud, textura y color.



Mientras unos están elaborados con harina de trigo y agua otros llevan aceites o trigo sarraceno o huevo o agua carbonatada o konjac o agar-agar o fécula de patata. 
Unos son adecuados para comer fríos y otros calientes, unos con caldo y otros con condimentos, pero la historia de hoy va sobre los llamados SOBA.
El fideo soba se elabora con harina de trigo de sarraceno también llamado alforfón. Este mal llamado trigo en realidad no es un cereal ya que no es una gramínea por lo que no contiene gluten, originario de Asia Central, su harina es de un color marrón clarito.  



Para contar esta historia nos remontaremos a la época de Nambu Toshinao (1599-1632). 



El era, en aquella época, el que había heredado el poder del clan samurái de los Nanbu que gobernaron durante más de 700 años la mayor parte del noreste de Honshu en la región de Tohoku.

En una de las visitas a sus tierras paro a comer en una humilde casa en la población de Hanamaki.


En esa zona se comían y se siguen comiendo los fideos de clase soba, el dueño de la casa pensó que ese tipo de fideos era una comida demasiado rustica para el noble y para no contrariarle pidió que le sirvieran un cuenco con poca cantidad de fideos. Todo al contrario de lo que pensó el pobre aldeano, a su señor le gustaron mucho con lo que pidió otro cuenco, pero como se supone que eran humildes y no tenían mucho para ofrecer le volvieron a servir un cuenco con poca cantidad, así que Nambu Toshinao interpretó que esa era la costumbre de comerlos en esa zona de sus dominios con lo que siguió pidiendo un cuenco tras otro hasta quedar saciado.
Por supuesto que esto no está documentado y que así se cree por el boca a boca de generación en generación, el caso es que desde hace mucho tiempo en todos los restaurantes y casas de comida así se sirven los fideos tomando el nombre de Wanko Soba. La palabra wanko proviene del dialecto de la región y significa ni más ni menos que cuenco.
La manera de comerlos es acompañados con diversos condimentos como huevas de salmón, rábano daikon, champiñones, atún sashimi, etc… y diferentes salsas. Así que el comensal vacía su cuenco una camarera lo rellenara con otra pequeña porción de fideos y cada cual come a su ritmo.





Hablando de ritmo, ritmo rápido deben llevar los participantes a los concursos anuales que se organizan tanto en Hanamaki como en Ichinoseki o en Morioka desde 1957. En 2009 el campeón en Hanamaki se comió 218 cuencos de soba en tan solo cinco minutos. 




La costumbre de los concursos cronometrados de engullir comida no es exclusiva de los Wanko Soba, al contrario, en muchas partes del planeta repiten la hazaña ya sea comiendo chiles, sandia, pizza, hot-dog o calçots. 





dilluns, 19 de març del 2018

Unos samurái que llegaron a España en pleno siglo XVII


En 1549 los jesuitas portugueses habían empezado su actividad misionera en Japón y al poco tiempo llegaron los dominicos y franciscanos españoles con la misma misión. El jesuita San Francisco Javier creó una pequeña comunidad católica en Yamaguchi, muchos de los convertidos eran samurái.




En 1609 y por culpa de un tifón, el galeón español San Francisco naufragó frente a la costa de Onjuku (Chiba). Los supervivientes fueron rescatados por los pescadores y las mujeres buceadoras recolectoras de moluscos, las Ama (海人), que vivían en Onjukyu. 


Entre los rescatados estaba el capitán Rodrigo de Vivero que se reunió con el Shōgun Tokugawa Ieyasu para agradecer el rescate, posteriormente los dos firmaron un tratado para que los españoles establecieran una fábrica en el Este de Japón.
El Shōgun Tokugawa Ieyasu estaba interesado en establecer relaciones con España porque en aquella época era uno de los países más prósperos y potentes del mundo.

En 1611 llego a Japón como embajador del virreinato de Nueva España (Mejico) el explorador Sebastián Vizcaíno, se reunió varias veces con el Shōgun pero no llegaron a ningún entendimiento, Vizcaíno marchó de expedición hacia el norte de Japón buscando las islas del Oro y la Plata pero su barco naufragó en una tormenta. De vuelta a la corte del Shōgun este se ofreció para construirle un barco y que pudiera regresar a Nueva España.
El Shōgun encargo al daimyō de Sendai, Date Masamune, el proyecto de toda la misión, porque al regreso de Vizcaíno se unió una delegación japonesa que se llamó “Keichou Ken-oh Shisetsu dan”, la misión fue llegar a España para hablar con el rey Felipe III y llegar a Roma para hablar en el Vaticano con el Papa Paulo V. 

ESTATUA DE DATE MASAMUNE EN SENDAI
En el Date Maru nombre japonés de la embarcación o San Juan Bautista nombre español,

REPLICA DEL DATE MARU
embarcaron 180 personas: diez samurái del shōgun y doce samurái de Sendai, 120 comerciantes, marinos, algunos sirvientes japoneses y alrededor de cuarenta españoles algunos de ellos supervivientes del naufragio del San Francisco rescatados por los vecinos de Onjuku  y portugueses. Entre los samurái estaba Hasekura Rokuemon Tsunenaga, hombre de confianza del  daimyō de Sendai que lideraría la expedición, entre los españoles estaba un monje franciscano llamado Fray Luis Sotelo.
La delegación Keicho tenía varias intenciones:
El Shōgun y los comerciantes querían establecer relaciones comerciales entre Japón y Nueva España y con las colonias de Filipinas.
El daimyō de Sendai deseaba la mediación del Papa en la rivalidad entre jesuitas y franciscanos por el monopolio de cristianizar a los japoneses.
Fray Luis Sotelo quería el permiso del Papa Pablo V para establecer una diócesis en el norte de Japón de la que quería ser el obispo.
Tres meses después de salir de Japón llegaron a Nueva España (Méjico) después de negociar allí durante un tiempo cruzaron hasta el océano Atlántico y embarcaron rumbo a España. Allí quedo parte de la expedición japonesa.

RUTA DE LA EMBAJADA O DELEGACION KEICHO

El 20 de diciembre de 1614 llegaron al puerto de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, en la expedición iban unos 20 japoneses. 
Remontaron el Guadalquivir hasta el sevillano pueblo de Coria del Rio en espera de ser recibidos por las autoridades de Sevilla y a la espera de las autorizaciones pertinentes para viajar hacia Madrid y hasta Roma.
Fray Luis Sotelo se hospedo el convento de Nuestra Señora de Loreto en Espartinas, 


mientras Hasekura Rokuemon Tsunenaga y parte de la expedición lo hicieron en la hacienda San Luís Mejina de la misma población. 


En Espartinas les prepararon ropas y calzado acordes para el viaje, se cree que estuvieron en la población más o menos un año. La otra parte de la expedición que no había de viajar a Madrid se quedó en Coria del Rio.  
Los habitantes tanto de Espartinas, como los de Coria del Rio o los mismos sevillanos quedaron sorprendidos con esas personas tan diferentes, no ya por sus rasgos físicos si no por sus costumbres. Para comer no utilizaban jamás las manos sino unos palitos que cogían con solo tres dedos, sus espadas cortaban de una manera espectacular, ya que cortaban papeles solo con dejarlos caer encima del filo. Para sonarse la nariz usaban unas finas telas de seda de la medida de una mano que nunca usaban dos veces seguidas, si no que las desechaban.  Debía ser todo un espectáculo cuando se paseaban con sus vistosos trajes.



La embajada marcho hacia Madrid, la recepción con Felipe III fue el 30 de enero de 1615 y aunque por parte japonesa se ofreció un tratado comercial de parte del daimyō de Sendai el Rey dejo la decisión en suspenso hasta saber cómo se resolvía la audiencia con el Papa. 




Hasekura fue bautizado el 17 de febrero por personal de la capellanía real, y renombrado como Felipe Francisco Hasekura (Faxecura o Faxicura).



El 3 de octubre la delegación Keichou llegó a Barcelona a fin de embarcar hacia Napoles para llegar a Roma. El mal tiempo los desvió al puerto francés de Saint-Tropez (Francia) donde estuvieron un tiempo.
Llegaron a Roma en noviembre de 1615 donde fueron recibidos por el Papa, 


Fray Luis Sotelo fue nombrado obispo de Mutsu aunque nunca pudo ejercer ese cargo. Referente a las otras peticiones accedió a todas dejando en manos del Rey español la decisión del tratado comercial. 


FRAY LUIS SOTELO Y LOS SAMURAI EN ROMA



De regreso a Madrid las negociaciones no tuvieron éxito, pues el Rey fue informado de que el Shōgun, en ese intervalo de tiempo, había ordenado la expulsión de todos los misioneros y la persecución de la fe cristiana y del inminente cierre del país a todas las relaciones y civilizaciones externas, el llamado Sakoku.



De Regreso a Coria del Rio para tomar rumbo a Japón de nuevo, Hasekura Rokuemon Tsunenaga se encontró que 10 japoneses de su sequito habían decidido quedarse porque algunos habían contraído matrimonio y otros querían seguir practicando el cristianismo, era junio de 1617. 

ESTATUA EN HONOR A HASEKURA ROKUEMON TSUNENAGA EN CORIA DEL RIO JUNTO AL EMBARCADERO DONDE LLEGARON


La práctica habitual en aquella época era que cuando se bautizaba e inscribía un recién nacido y el padre era de otro país y tenía apellidos difíciles de escribir o pronunciar, se ponía como apellido el lugar de origen, así debió ser con los hijos de estos 10 japoneses que debieron ser inscritos con el apellido Japón. Así se encontraron los primeros apellidos “Japón” en un testamento de 1642  y en el registro bautismal de la Iglesia de Sta. María de la Estrella, en Coria del Río.  Actualmente unas 600 personas tienen ese apellido en Coria de Rio.

FOTOGRAFIAS DE VECINOS DE CORIA DEL RIO APELLIDADOS JAPON EN LA EXPSOCIÓN "EL R@STRO DEL SAMURAI".